Este pequeño escrito, publicado por primera vez en 1984, fue caracterizado como una «pequeña suma de la meditación cristiana». Ofrece una presentación condensada de lo específico de la meditación cristiana, en contraste con otras formas de meditación de las innumerables corrientes y doctrinas de sabiduría, pues lo decisivo es si Dios ha hablado al hombre –sobre sí mismo y también de su intención en la creación del hombre y de su mundo– o si lo absoluto permanece el silencio más allá de la palabra del mundo.

Los cristianos, afirma el autor en la Introducción, no necesitan «de largas adaptaciones psicológicas para preparar la meditación, sino de una breve actualización de su fe, pues en la fe está desde siempre nuestro verdadero centro y peso esencial. Nosotros pensamos estar lejos de Dios, pero Él es cercano a nosotros, nosotros no necesitamos, en primer lugar, aproximarnos lenta y penosamente a Él [...] La meditación cristiana es totalmente trinitaria y, al mismo tiempo, completamente humana. Nadie necesita darle la espalda al ser humano, en tanto persona y sociedad, para encontrar a Dios, pero cada uno debe, en el Espíritu Santo, verse a sí mismo y al mundo como cada uno de nosotros es contemplado por Dios».